Tuesday, July 24, 2007

-¿Qué hacía tu hermano?¿Cirujeaba?
-No sé casi nada de él. Durante muchos años no nos vimos. Me mudé acá cuando murió y me encontré con todo esto.
-¿Y cómo vivís con esta basura?¿Por qué no la sacás?
-No todo es basura, voy separando cosas y tiro lo que no sirve, ya saqué unas cuantas bolsas grandes. Pero hay cosas que sirven, las fui separando.
Lo llevó hasta la primera pieza.
-Esta pieza estaba llena, ya saqué toda la basura que había acá y estas son las cosas que dejé. Esto –señaló los diarios, las guías y las revistas- lo voy a vender como papel.
Los estantes estaban casi todos vacíos, salvo uno contra la ventana con vidrios tapados con papel de diario, donde Cetarti había concentrado sus hallazgos. Duarte miró la heterogénea colección de objetos.
-Tenés una idea rara de la utilidad.
Agarró la pistola del estante.
-¿Esto anda?
-No sé. Más o menos. A veces sí, a veces no.
-Una TALA, son lindas estas pistolitas. Es raro el calibre 22: lo usan o los chambones o los tipos que la tienen muy clara. Yo tengo una once veinticinco.
Movió un par de veces la corredera y espió el mecanismo interno
-Tiene un problemita en el percutor. Probablemente de mucho gatillar en vacío. Si pensás venderla te la compro. O la canjeamos por faso si querés. Te doy doscientos gramos.
-Trescientos.
-Tampoco es una Parabellum de comienzos de siglo che.
-Bueno. Llévesela.
Sacó dos hojas de papel de la pila de diarios, envolvió pistola y munición y se la entregó.
-Ok, mañana te traigo lo otro. Y otra cosa, ¿esas revistas Selecciones las vendes también?. Porque es un pecado venderlas como papel. Son buenísimas. Te enterás de muchas cosas. Te da cultura general.
Cetarti aprobó con la cabeza.
-Voy poniendo ahí las que me termino de leer. Si quiere éstas se las regalo.
-Uh, buenísimo.
Duarte lo miró como calculando el peso de algo.
-Sos raro vos eh. Qué habrás hecho.
-Cómo que habré hecho.
-No sé, es lo primero que se me vino a la cabeza. Quiero decir: por algo estás acá. Y si estás acá, durmiendo entre la roña y clasificando basura, ese algo no debe ser cualquier cosa.
-...
-Perdón, qué mierda tengo que opinar. Disculpame, no es cosa mía.
-Todo bien.
-Lo que pasa es que es interesante, viste. Vos capaz que no te das cuenta, pero imaginate que a vos te toca entrar a la casa de un tipo que vive entre la roña y ocupa su tiempo clasificando basura, y coloca entre las “cosas útiles” una... mh no sé, -miró el rejunte buscando un objeto que fuera ejemplificador- una pecera vieja con pescados resecos adentro. ¿Vos que decís?
Cetarti tragó saliva, era la primera vez que se le ocurría verse así.
-Y sí, que está loco.
-O que tiene un muy buen motivo.
-No es un mal motivo estar loco.
-Es un muy mal motivo. Pero no me parece que estés loco, vos. Hacés cosas para protegerte. Mentís el nombre, por ejemplo. Eso no lo hacen los locos. Los locos se creen otra persona, en todo caso. Pero no mienten para ocultarse.
Centarti tardó un poco en darse cuenta de lo que le había dicho Duarte, y cuando lo miró para responderle se encontró con la sonrisa amarillenta.
-Porque vos no te llamás Jorge.
Cetarti se sintió súbitamente en peligro y se le debió notar.
-Ha ha no te asustes, no me parece mal, estabas comprando drogas a un desconocido, no ibas a ir con el documento. Era un argumento a favor del motivo.
-¿Harry le dijo?
-No. El boludo cree que vos te llamas Jorge.
-Y entonces cómo sabe mi nombre.
-No, tu nombre no lo sé. Pero la cara que pones cuando uno te dice Jorge... es obvio que no es tu nombre. Y no tenés cara de Jorge.
Entrecerró los ojos como concentrándose.
-Cara de Daniel, tenés vos.
-Gabriel.
-Bueno, viste, en el palo.

Lo ayudó con las pilas de Selecciones para que se las pudiera llevar en un solo viaje y en la vereda, una vez que la camioneta de Duarte hubiera desparecido de la vista, se dio cuenta de que el tipo lo había traído a su casa sin que él le hubiera dado la dirección.

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