hoy tuve terapia. sesión bastante pedorra, me cortaron más por hastío que por conveniencia terapéutica, suerte que voy por mutual. después me compré “los agonistas de casey” de richard mc kenna. había leído en algún número de “el péndulo” una especial recomendación de este libro. sin embargo para decidirme fue necesario encontrarlo en una librería de saldos a cinco mangos y leer lo siguiente en la contratapa: mc kenna se dio cuenta de que quería ser escritor a los treinta y seis años, tenía cuarenta cuando vendió su primer cuento y cuarenta y cuatro cuando publicó su primera novela, ganadora del premio harper. me gustó porque dije bueno, no todo está perdido, todavía quién te dice, etc. el moco es que bueno, tenía cuarenta y seis cuando palmó de un infarto mientras dormía. antes de eso había dicho: “espero vivir cien años y escribir algo todos los días”. haw haw, el argumento de la típica película de sábado a la noche en canal nueve después de “alta comedia”.
¿qué fue de patricia palmer? (ahora que en la tele adaptan cualquier boludez que se hizo afuera, no es mala idea para una versión argentina de twin peaks)
lo gracioso es que me subo al bondi y empiezo a leer las primeras líneas del primer cuento (el que le da nombre al libro):
“nadie puede morir como quiere. hay que atenerse al reglamento.
por eso estoy aquí, en esta sala para tuberculosos, con otros nueve. instrucción básica para morir.
el asunto es por etapas. primero una sala grande: te sales y te paseas y te llaman señor. después, si haces méritos, te ascienden a esta sala de aislamiento y te llaman carlitos.”
qué tal pascual.
tengo que preparar el programa, son las doce de la noche y grabamos mañana. el primer programa salió bastante pedorro, pero va a andar bien si hablamos menos. creo. el nombre de mi coqueta audición es “fea la actitud” y sale por la radio de la utn (94.3 mhz de frecuencia modulada) los sábados a las 22 más o menos, en la radio los horarios son flexibles. próximamente en internet. también cd, cassettes y magazines. más adelante gorro bandera y vincha. entre otras cosas, es muy probable que contemos el caso del barrendero que mató a su mujer y vendió la pierna ortopédica (la de ella, que si no la historia no tiene gracia).
política universitaria. una frase excelente escuchada en el pasillo de decanato: “porque una es casualidad, dos puede ser coincidencia pero hijo de puta si son tres ya es que me estás cagando”
bueno, nos estamos viendo.
Wednesday, March 30, 2005
Monday, March 28, 2005
semana santa
sábado de gloria, asadito con amigos. josefina (poco más de dos años) está en la hamaca paraguaya y hace como media hora que me tiene hamacándola. cuando paro me pide que siga, hasta que protesto:
-bueno jose, me canso yo también. soy humano.
-no sos malo
-no digo que soy malo. digo que soy humano.
-no sos humano.
canal 26, domingo de pascuas: vía crucis en el cottolengo don orione. cuatro internos disfrazados de romanos (un poco precarios los disfraces: la mayoría usa jeans) flagelan sin ganas a un cristo gordo que lleva una especie de pañales gigantes y una cruz que le queda chica. después lo suben a otra cruz, lo atan y un centurión con evidente síndrome de dawn le clava (éste sí con bastante énfasis) una lanza debajo de la costilla.
el cura organizador del evento declara: “así jugamos un poco y de paso cristo está presente”.
entre la madrugada del sábado y la mañana del domingo estuve armando uno de esos rompecabezas tridiensionales de madera que son esqueletos de dinosaurio. éste es un braquiosaurio. me volví mono para armarlo pero quedó lindo. y grandote, mide un poco menos de un metro.
hoy me vine al trabajo silbando "shout to the top" de style council.
-bueno jose, me canso yo también. soy humano.
-no sos malo
-no digo que soy malo. digo que soy humano.
-no sos humano.
canal 26, domingo de pascuas: vía crucis en el cottolengo don orione. cuatro internos disfrazados de romanos (un poco precarios los disfraces: la mayoría usa jeans) flagelan sin ganas a un cristo gordo que lleva una especie de pañales gigantes y una cruz que le queda chica. después lo suben a otra cruz, lo atan y un centurión con evidente síndrome de dawn le clava (éste sí con bastante énfasis) una lanza debajo de la costilla.
el cura organizador del evento declara: “así jugamos un poco y de paso cristo está presente”.
entre la madrugada del sábado y la mañana del domingo estuve armando uno de esos rompecabezas tridiensionales de madera que son esqueletos de dinosaurio. éste es un braquiosaurio. me volví mono para armarlo pero quedó lindo. y grandote, mide un poco menos de un metro.
hoy me vine al trabajo silbando "shout to the top" de style council.
Wednesday, March 23, 2005
pero qué bonito
ay virgencita que luces
ojos de dulces miradas
que vieron pasar espadas
que dieron paso a las cruces
brillen de nuevo las luces
del filo de las espadas
(tonada que les hacían cantar en el instituto privado "don jaime" a los alumnos, entre ellos los hijos del futuro general videla)
ojos de dulces miradas
que vieron pasar espadas
que dieron paso a las cruces
brillen de nuevo las luces
del filo de las espadas
(tonada que les hacían cantar en el instituto privado "don jaime" a los alumnos, entre ellos los hijos del futuro general videla)
esto y aquello
hoy es un nuevo día
la primera idea: la agonía
es tan duro convivir sin alma
soñar vejez y llorar sin respirar
hoy es un nuevo día y está bien, la culpa es mía
hay luz, es la mañana y el sol brilla
así puesto no parece la gran cosa pero es la letra de un temazo de cyro y la liga premier, la banda donde toca mi amigo fabián.
hace un tiempo que ando bastante en otra cosa, ocupado con cosas que ya conté y la verdad que no le importan a nadie empezando por mí mismo. por un lado mejor porque no pienso. me embola no tener tiempo para escribir, pero si me siento a escribir sufro como un conchudo y me quiero cortar la garcha en fetas (lo mismo que si pienso) así que bueno, creo que por ahora es negocio.
estoy escuchando rjd2, “chicken bone circuit”. esteeeeemmm... sigo sin comprar faso. me regalaron, esto que estoy fumando ahora. yo dije que no compraba.
miento: sigo pensando, qué cagada.
lo escribí en un par de lados y no sé si acá. el recuerdo de mis años pasados (los últimos veintiséis, más o menos) es una bola confusa sin continuidad cronológica. algo así como ese recurso que se usa en los dibujitos animados o en historieta para graficar una pelea caótica: una nube en movimiento de la que salen gruñidos, quejidos, patadas y piñas. con los últimos años el tema se acentúa bastante, los acontecimientos están desparramados en el piso, fragmentados y enquilombados. probablemente porque he vivido como si mi vida no me perteneciera, no recuerdo tener sentimientos (no lo digo haciéndome el áspero, lo que pasa es que no encuentro las palabras que describan bien la sensación).
me siento como en una carrera de autos en la que todos largaron hace rato mientras yo todavía estoy tratando de armar el auto, sin saber cómo funciona un auto, sin saber siquiera qué mierda es un auto y si por un milagro terminara de armarlo no sabría ni siquiera cómo subirme al auto, ni para qué.
he tenido recreos, si no creo que no hubiera sobrevivido. mis actitudes más “destructivas” me han mantenido vivo. escondido y destruyéndome la fui pechando. no hay otra, como dicen los viejos. no hubo otra, al menos.
uno de esos recreos ha sido de lunes a viernes durante no sé, diez años, salir del trabajo y fumar un porro en un descampado grande que hay en la ciudad universitaria (para los que la conocen, el descampado cuyos límites son la avenida valparaíso, el comedor universitario y los fondos de la tecnológica). mi inteligencia se recalentaba por el esfuerzo que significaba mantener los múltiples frentes de mentiras que tenía abiertos, uno por cada persona con la que me “relacionaba”. y entonces, en el medio de ese descampado, mientras me invadía esa sensación relajante del fasito y dejaba de ser un proyector de hologramas, creo que tenía lo más parecido a una integración con algo. una de las cosas que hice durante casi todas esas tardes durante esos años fue mirarme a los ojos con una lechuza. no sé cuanto viven las lechuzas, capaz que fue más de una. el hecho es que si yo salía cuando hacía la luz que hay a las seis de la tarde en invierno, iba a encontrar parada siempre sobre la misma piedra una lechuza marrón y blanca. con el correr del tiempo, nos acostumbramos a ese encuentro y la lechuza me dejaba acercarme bastante (casi tres o cuatro metros) sin escaparse. nos mirábamos un rato largo. eso era lo más parecido que tuve durante ese tiempo a un contacto real con el universo que me rodeaba. a la luz de dos cosas que puse acá hace unas semanas (y no nos engañemos, a lo de la cabeza que estoy al escribir esto), el poema de ferlinghetti y lo de pirozzi sobre la tortuga que miraba con los ojos de todas las tortugas, medio que asoma una explicación: como en el poema de ferlinghetti, tengo el vicio de por ahí agarrar “un objeto o persona sospechosa” y sacudirlo adelante mío como si pudiera explicarme el mundo. y sí, como dice pirozzi, en ese único momento del día yo me sentía explorado, traspasado, conocido, explicado por el universo en la mirada de esa lechuza que era el resultado de la evolución de millones de años de miradas de lechuzas, antepasados de las lechuzas y primeros reptiles con plumas y últimos reptiles sin plumas. esos millones de animales me miraban sin curiosidad y pensaban: que animal extraño, que animal perdido.
Friday, March 18, 2005
si star trek fuera una biografía de mi persona, la frase del comienzo sería “el universo, la gran cáscara de banana...”
con esta cara ando estos días
haw haw haw tranquilos amigos era un chiste, yo también estoy podrido de las frasecitas tipo “pido limón y me traen sambayón”. así que pongo esto que está muy bueno:
nada se esconde al gavilán inmóvil; arden sus ojos amarillos
y ésta es su narración: aguas enfermas, mendicidad de rostros invisibles.
no hagas incesto en los armarios, guárdate: albergan asma, tribulación, espíritus,
quizá días y alas desesperadas.
siéntate ya a contemplar la muerte
(antonio garmoneda, “aviso negro”)
se me ocurrió que voy a escribir un cuento que se va a llamar “un pitbull con parvovirus, una lata de arvejas congeladas y lo que darwin no dijo sobre
el origen de las especies” y que va a girar alrededor de esto:
mi hermana tenía un pitbull que se llamaba paco y de cachorro había tenido parvovirus. ella lo había cuidado en su regazo durante dos meses en los que el perro se estuvo muriendo casi todos los días. hasta que un día se salvó. y era muy gracioso porque el perro se había acostumbrado tanto a estar en brazos que después era una terrible bestia de no sé cuantos kilos y la lengua del tamaño de un bife grande y apenas podía se te subía encima. con los años fue evidente que la enfermedad había seguido actuando sobre el cerebro y de a poco fue perdiendo coordinación muscular. primero se acalambraba o se caía, después casi no podía caminar.
un día (era invierno y hacía un frío de la puta madre) estábamos tomando mate mientras mi hermana preparaba la comida. habíamos estado hablando toda la mañana, cada uno a su manera y por su lado estábamos atravesando una época rara. habíamos fumado bastante y estábamos discutiendo que influencia habría tenido la genética en nuestra manera de ser. habíamos estado leyendo “el gen egoísta” y la íbamos de entendidos. habábamos del azar combinatorio del acervo génico: en general la reproducción sexuada es “económicamente favorable” para la especie porque produce contínuas mutaciones y de esa manera acelera su evolución. estábamos de acuerdo en que éramos mutantes cercanos a la categoría “salto cuántico” (pero para atrás, no la clase de mutantes destinada al éxito evolutivo). nos había tocado una sumatoria de genes más chau que hola.
mi hermana me pidió que le alcanzara una lata de arvejas congelada que había en el freezer. mientras sacaba la lata miré al patio por la ventana de la cocina. aparte de paco, en la casa había una perra que esos días había entrado en celo. me quedé colgado un rato largo mirando los infructuosos intentos de paco por cepillarse a su compañera de patio. pilas le ponía, pero no se las arreglaba para otra cosa que tropezarse y revolcarse en el piso. cerré la puerta del freezer y golpeé suavemente la lata contra la pared.
-no hay que subestimar la influencia de los factores externos.- dije- lo más probable es que en el momento de nuestra concepción nuestro padre haya sido un poco menos torpe que ese perro y nuestra madre haya estado un poco más tibia que esta lata de arvejas.
el cuadro que más me gusta se llama “jesús dog” y no sé de quién es, lo ví en una revista norteamericana que se llama “ART? alternatives” que me fue prolijamente sustraída. en el centro del cuadro hay un enorme pitbull todo tatuado (en el pecho tiene un jesús señalándose el corazón encerrado por una corona de espinas) y es un gran relato. a un costado del perro hay un bebé parado, levantando sus manos quemadas y humeantes. abajo, un rótulo: “lost orphan”. abajo del perro dice: “él se puso de pie y los huérfanos lo siguieron a casa”.
mi hermana tenía un pitbull que se llamaba paco y de cachorro había tenido parvovirus. ella lo había cuidado en su regazo durante dos meses en los que el perro se estuvo muriendo casi todos los días. hasta que un día se salvó. y era muy gracioso porque el perro se había acostumbrado tanto a estar en brazos que después era una terrible bestia de no sé cuantos kilos y la lengua del tamaño de un bife grande y apenas podía se te subía encima. con los años fue evidente que la enfermedad había seguido actuando sobre el cerebro y de a poco fue perdiendo coordinación muscular. primero se acalambraba o se caía, después casi no podía caminar.
un día (era invierno y hacía un frío de la puta madre) estábamos tomando mate mientras mi hermana preparaba la comida. habíamos estado hablando toda la mañana, cada uno a su manera y por su lado estábamos atravesando una época rara. habíamos fumado bastante y estábamos discutiendo que influencia habría tenido la genética en nuestra manera de ser. habíamos estado leyendo “el gen egoísta” y la íbamos de entendidos. habábamos del azar combinatorio del acervo génico: en general la reproducción sexuada es “económicamente favorable” para la especie porque produce contínuas mutaciones y de esa manera acelera su evolución. estábamos de acuerdo en que éramos mutantes cercanos a la categoría “salto cuántico” (pero para atrás, no la clase de mutantes destinada al éxito evolutivo). nos había tocado una sumatoria de genes más chau que hola.
mi hermana me pidió que le alcanzara una lata de arvejas congelada que había en el freezer. mientras sacaba la lata miré al patio por la ventana de la cocina. aparte de paco, en la casa había una perra que esos días había entrado en celo. me quedé colgado un rato largo mirando los infructuosos intentos de paco por cepillarse a su compañera de patio. pilas le ponía, pero no se las arreglaba para otra cosa que tropezarse y revolcarse en el piso. cerré la puerta del freezer y golpeé suavemente la lata contra la pared.
-no hay que subestimar la influencia de los factores externos.- dije- lo más probable es que en el momento de nuestra concepción nuestro padre haya sido un poco menos torpe que ese perro y nuestra madre haya estado un poco más tibia que esta lata de arvejas.
el cuadro que más me gusta se llama “jesús dog” y no sé de quién es, lo ví en una revista norteamericana que se llama “ART? alternatives” que me fue prolijamente sustraída. en el centro del cuadro hay un enorme pitbull todo tatuado (en el pecho tiene un jesús señalándose el corazón encerrado por una corona de espinas) y es un gran relato. a un costado del perro hay un bebé parado, levantando sus manos quemadas y humeantes. abajo, un rótulo: “lost orphan”. abajo del perro dice: “él se puso de pie y los huérfanos lo siguieron a casa”.
Monday, March 14, 2005
“es según se desee, patético o aterrador o repugnante cómo el joven borcher se esfuerza por llegar a mi casa. siempre fue un loco. incapaz para cualquier trabajo, abandonado por su familia y alimentado sólo con lo imprescindible, vagaba el día entero, en especial por el pantano. a veces yacía durante días y noches en un rincón de mi casa, después faltaba otra vez durante varias noches.”
esto de arriba es kafka (“fragmentos de cuadernos y hojas sueltas”). estos últimos días estuve como flotando en la nada. aprendí tan bien a escaparme, a ocultarme, que yo mismo no puedo encontrarme ahora. esta nada es lo que realmente soy, lo otro es disimulo (uno muy muy bien elaborado, algún crédito tengo que darme). con el correr de los años me he convertido en un movimiento, sin que haya nada que se mueva. sigo hojeando este libro:
“te formulo una pregunta, no me contestas, ¡si me respondieras, si tus labios se abrieran, los ojos muertos se animaran y sonara la palabra que está designada para mí!”
en el chateau hay partido (creo que belgrano-racing de nueva italia), desde acá se escuchan los gritos de la turba. envidio a toda esa gente que puede ser feliz con, o que encuentra algún sentido en, aunque sea un momento, la nada.
después de escribir esto fui al cine sin cambiarme: bermudas de jogging recortado con aproximadamente cuarenta y cuatro agujeros, algunos de ellos bastante grandes y las zapatillas que uso para ir a correr. la remera estaba sólo usada tres días, pero en el clima inodoro del cine las bermudas y las zapatillas se revelaron de una fetidez de naturaleza casi saddamhusseinesca. estoy decidiendo entre lavarlas y quemarlas. si lo estoy pensando es porque debería hacer lo primero, pero si me conozco, voy a intentar con lo segundo. ví “crimen ferpecto” (un relojito salvo los últimos cinco minutos) y “manchester 1970/1990”, excelente.ahora son las 8:30 de la mañana del lunes, me tomé mi primer clonagin con coca y estoy en el trabajo escuchando eric satie. uno no es lo que quiere, sino lo que no puede evitar.
esto de arriba es kafka (“fragmentos de cuadernos y hojas sueltas”). estos últimos días estuve como flotando en la nada. aprendí tan bien a escaparme, a ocultarme, que yo mismo no puedo encontrarme ahora. esta nada es lo que realmente soy, lo otro es disimulo (uno muy muy bien elaborado, algún crédito tengo que darme). con el correr de los años me he convertido en un movimiento, sin que haya nada que se mueva. sigo hojeando este libro:
“te formulo una pregunta, no me contestas, ¡si me respondieras, si tus labios se abrieran, los ojos muertos se animaran y sonara la palabra que está designada para mí!”
en el chateau hay partido (creo que belgrano-racing de nueva italia), desde acá se escuchan los gritos de la turba. envidio a toda esa gente que puede ser feliz con, o que encuentra algún sentido en, aunque sea un momento, la nada.
después de escribir esto fui al cine sin cambiarme: bermudas de jogging recortado con aproximadamente cuarenta y cuatro agujeros, algunos de ellos bastante grandes y las zapatillas que uso para ir a correr. la remera estaba sólo usada tres días, pero en el clima inodoro del cine las bermudas y las zapatillas se revelaron de una fetidez de naturaleza casi saddamhusseinesca. estoy decidiendo entre lavarlas y quemarlas. si lo estoy pensando es porque debería hacer lo primero, pero si me conozco, voy a intentar con lo segundo. ví “crimen ferpecto” (un relojito salvo los últimos cinco minutos) y “manchester 1970/1990”, excelente.ahora son las 8:30 de la mañana del lunes, me tomé mi primer clonagin con coca y estoy en el trabajo escuchando eric satie. uno no es lo que quiere, sino lo que no puede evitar.
Wednesday, March 09, 2005
poiltica universitaria
escenografía: oficina que bc comparte con otros ácaros estatales
personajes: turco a. (funcionario de segunda línea), bc (funcionario oscilante entre la tercera y la cuarta)
turco a.:-che, ¿qué mierda quisieron decir con ese cartel?
bc:¿cual?
turco a.:-el de dios y las sugerencias que está frente a decanato (refiriéndose a un cartel que puso mi agrupación y que dice: si dios hubiese querido que fuésemos tolerantes, nos hubiera enviado "las diez sugerencias")
bc:-ah, no, no quiere decir nada, es una serie de carteles con frases que hicimos, nomás... no es una chicana para nadie. en el segundo piso hay otros.
turco a.:-porque anda medio mundo traduciendo ese cartel, viendo a quien le pegan.
bc:- es recreativo turco, para que los lean y se rían un poco, nomás...
turco a.:-es que están todos tan susceptibles que no te extrañe que te lleguen a vos diez sugerencias...
bc:-mirá turco, con tal de que no me llegue UNA sugerencia...
turco a.:-si te llega ESA, perdé cuidado que no va a ser una sugerencia, haw haw haw...
bc:-mas vale, hew hew hew...
silencio reflexivo y telón.
personajes: turco a. (funcionario de segunda línea), bc (funcionario oscilante entre la tercera y la cuarta)
turco a.:-che, ¿qué mierda quisieron decir con ese cartel?
bc:¿cual?
turco a.:-el de dios y las sugerencias que está frente a decanato (refiriéndose a un cartel que puso mi agrupación y que dice: si dios hubiese querido que fuésemos tolerantes, nos hubiera enviado "las diez sugerencias")
bc:-ah, no, no quiere decir nada, es una serie de carteles con frases que hicimos, nomás... no es una chicana para nadie. en el segundo piso hay otros.
turco a.:-porque anda medio mundo traduciendo ese cartel, viendo a quien le pegan.
bc:- es recreativo turco, para que los lean y se rían un poco, nomás...
turco a.:-es que están todos tan susceptibles que no te extrañe que te lleguen a vos diez sugerencias...
bc:-mirá turco, con tal de que no me llegue UNA sugerencia...
turco a.:-si te llega ESA, perdé cuidado que no va a ser una sugerencia, haw haw haw...
bc:-mas vale, hew hew hew...
silencio reflexivo y telón.
Monday, March 07, 2005
embole en cumpleaños y mini miscelanea entre pelotuda y algo macabra
anoche me llevaron a un cumpleaños en el que no conocía a nadie, cerca de mendiolaza. menos mal que había para fumar una mentita de las sierras grandes, bastante rica. le dí un background de varios vasos de fernet con coca y pude tirar bastante. que yo no la pase bien no es ninguna novedad, pero lo cierto es que nadie se estaba divirtiendo demasiado. en general, la gente era del tipo ex sicobolche que tiene una 4x4, vive en un country y escucha joaquín sabina o esa porquería de cerati con no sé que poronga de orquesta sinfónica (para bailar pusieron redondos, los piojos, la bersuit y un para-terminar-de-ser-irritante-compilado de la mona jiménez). como no me daba bola con nadie, estuve dando vueltas por el jardín y escuchando conversaciones que estaban a miles de millones de kilómetros de mi fina sensibilidad. lo más parecido a una charla que tuve fue con un dentista al que le gustaba pescar. me asombré del tiempo que podés mantener una ficción de comunicación emitiendo solamente monosílabos, como jugando al tenis en un atari pero manteniendo una posición defensiva, entendiendo esto por sólo devolver las pelotas y que el otro haga el esfuerzo. problemas en el pique de la boga y el pacú, en el paraná ahora no sale nada porque está lleno de tramallos y cosas como ésas. mientras me duraba la parte piola de la curda decidí llevarme un vaso bien grande de fernet a la vereda. ahí me quedé solo como cuarenta minutos, bebiendo taciturnamente y dejando fluir mis “ideas”. acariciaba un viejo huskie siberiano que tenía una pata amputada. miraba los autos de los asistentes a la fiesta y decidí que si yo fuera una persona con alguna onda, lo único digno que me quedaba por hacer era chorearme todos los pasacassetes de los autos y picar llanta. durante una veintena de segundos lo pensé bastante en serio.
ahora estoy sobrio de vuelta, lástima. hace un calor del orto y no sopla nada de viento. la tormenta que prometía aliviar la situación se ha perdido en el horizonte. me corto las uñas y pienso en que es inevitable el hecho de que me voy a volver a poner cursi y voy a terminar escribiendo algo sobre mis días tratando de olvidarte, como los perros que se muerden la herida para lastimar al dolor (dichosos los perros que son inocentes: no saben escribir y lo más parecido al amor que conocen es, cada tanto, el olor a concha flotando en el aire). no va a ser hoy, de todas maneras. y espero que no sea mañana, tampoco.
busqué lo de la rebelión de las coletas en kumamoto, pero es largo y me da fiaca ponerme con eso. encuentro sin embargo esto de yukio mishima que está bueno: (la muerte elegante de un joven debe ser) “como un kimono de seda que, arrojado sobre una mesa pulida, se desliza suavemente hacia la oscuridad del suelo.”
mi asesino en serie preferido es dennis nilsen, que escribió cosas como “supongo que debo ser un psicópata creativo que en una situación de pérdida de raciocinio, pasa a ser temporalmente un psicópata destructivo, estado provocado por la ingestión rápida y excesiva de alcohol. en el fondo de mi subconsciente yace una sensación de aislamiento total. tuve experiencias de relaciones sexuales con hombres y mujeres, antes de mi primer asesinato. después fui incapaz de toda relación. me repelía a mí mismo. sólo dios sabe lo que pasa por mi mente cuando queda atrapada por el desenfreno destructivo. tal vez el instinto astuto y asesino es la única abstracción que emite un cerebro que desconoce toda moralidad. podría ser un desvío exagerado de mi necesidad de ayudar a la gente.(...) la víctima es la bandeja sucia después de la fiesta y lavarla es una tarea rutinaria.”
“me gustaría que pudieran reunirse conmigo: estoy a treinta mil pies de altura y rodeado por sesenta migs” (mensaje de radio de un irónico piloto de f-86 sabre, durante la guerra de corea)
bueno, esto yo. y ustedes qué tal, qué onda. la pregunta es retórica, no le den bola.
ahora estoy sobrio de vuelta, lástima. hace un calor del orto y no sopla nada de viento. la tormenta que prometía aliviar la situación se ha perdido en el horizonte. me corto las uñas y pienso en que es inevitable el hecho de que me voy a volver a poner cursi y voy a terminar escribiendo algo sobre mis días tratando de olvidarte, como los perros que se muerden la herida para lastimar al dolor (dichosos los perros que son inocentes: no saben escribir y lo más parecido al amor que conocen es, cada tanto, el olor a concha flotando en el aire). no va a ser hoy, de todas maneras. y espero que no sea mañana, tampoco.
busqué lo de la rebelión de las coletas en kumamoto, pero es largo y me da fiaca ponerme con eso. encuentro sin embargo esto de yukio mishima que está bueno: (la muerte elegante de un joven debe ser) “como un kimono de seda que, arrojado sobre una mesa pulida, se desliza suavemente hacia la oscuridad del suelo.”
mi asesino en serie preferido es dennis nilsen, que escribió cosas como “supongo que debo ser un psicópata creativo que en una situación de pérdida de raciocinio, pasa a ser temporalmente un psicópata destructivo, estado provocado por la ingestión rápida y excesiva de alcohol. en el fondo de mi subconsciente yace una sensación de aislamiento total. tuve experiencias de relaciones sexuales con hombres y mujeres, antes de mi primer asesinato. después fui incapaz de toda relación. me repelía a mí mismo. sólo dios sabe lo que pasa por mi mente cuando queda atrapada por el desenfreno destructivo. tal vez el instinto astuto y asesino es la única abstracción que emite un cerebro que desconoce toda moralidad. podría ser un desvío exagerado de mi necesidad de ayudar a la gente.(...) la víctima es la bandeja sucia después de la fiesta y lavarla es una tarea rutinaria.”
“me gustaría que pudieran reunirse conmigo: estoy a treinta mil pies de altura y rodeado por sesenta migs” (mensaje de radio de un irónico piloto de f-86 sabre, durante la guerra de corea)
bueno, esto yo. y ustedes qué tal, qué onda. la pregunta es retórica, no le den bola.
Thursday, March 03, 2005
degollar a dos mil hombres toma su tiempo
gran parte de mi rengo enciclopedismo (e´cir, conocimientos livianos e inútiles sobre un amplio abanico de cosas, a los cuales nunca les sacaré un mango) se lo debo a mi costumbre de ir a cagar con una revista bajo el brazo. hoy por ejemplo me entero de lo siguiente:
camerone (méxico), 30 de abril de 1863: sesenta hombres de la legión extranjera francesa, contratados como mercenarios por el emperador maximiliano, custodiaban un cargamento de oro en un viaje de veracruz a puebla. estos escasos hombres, bajo el mando del capitán danjou (manco, veterano de la guerra de crimea), se toparon con una columna de dos mil rebeldes. luchando, se las arreglaron para abrirse camino hasta una casa de campo abandonada. allí resistieron durante casi doce horas hasta que quedaban cinco legionarios en pie. estos cinco legionarios cargaron contra esa columna de dos mil hombres. de los cinco, sobrevivieron tres.
todos los años, el 30 de abril los legionarios se reúnen en reconocimiento al valor extraordinario de estos hombres. se recuerda el desarrollo de esas doce horas de batalla (subrayo: sesenta hombres contra dos mil). en aubagne, cuartel central de la legión extranjera, se hace desfilar con gran solemnidad ante la formación, la mano de madera del capitán danjou. todos los legionarios se cuadran ante ella.
lo de camerone me hace acordar de otro ataque romántico, durante la “rebelión de las coletas” en kumamoto (1800 y algo). doscientos samurais armados únicamente con katanas atacan un cuartel del ejército regular japonés donde duermen más de dos mil soldados. el polvorín del cuartel está cerrado herméticamente y las bayonetas son un arma francamente inferior frente a las katanas. el combate se desarrolla con lentitud “entre otras cosas, porque degollar a dos mil hombres toma su tiempo”, dice ejerciendo un macabro sentido del humor el tipo que relata la cosa donde la leí. finalmente, alguien consigue entrar al arsenal del cuartel y con armas de fuego... bueno, la cosa ya cambia: los samurais prueban en sus entrañas las mieles del progreso. hay una crónica muy interesante de los suicidios de aquellos que lograron huir, algún día voy a buscar el libro y voy a poner algo más completo sobre el tema.
no sé a donde quiero ir con esto. bueno, tampoco tengo que ir a ningún lado, no sé por qué me preocupo.
hoy tuve terapia, una sesión más bien chotona. ahora estoy escribiendo esta pelotudez y escuchando “dandy in the underworld” de t. rex. hace dos semanas y pico que no fumo porro. los ansiolíticos (clonazepam) se han revelado como una cosa completamente inútil, la gente que aguanta tomando eso son asquerosos aficionados. estoy huérfano frente al mundo. pero quién no.
desde méxico, la amiga juanita asesina preguntaba por mi novela. hace una semana que no escribo nada, ya dije: me siento frente a la máquina y la miro como si fuera de ella la culpa. estoy haciendo otras cosas: arreglando mi ex casa para alquilarla, tomando exámenes de ingreso a la facultad (pobres pibes, uno me preguntó que quería decir “incidencia”), preparando un programa de radio, haciendo los trámites para empezar un posgrado (entre otras cosas tramitando mi título de ingeniero, cosa que no hice desde que rendí la última materia, hace ya un tiempito laaaaargo) y empezando a leer documentos para una consultora en calidad que me puede llegar a tirar trabajo por afuera de la facultad, porque a fin de año me quiero ir a algún lado donde no sepa el idioma que se habla (así tengo una justificación para no entender nada). el buen momento más próximo llegará, si todo sale bien, a fines de diciembre, cuando prenda el primer caño de la temporada.
ahora se me ocurre: capaz que yo entiendo DEMASIADO, lo suficiente para estar desconcertado ante cómo se las arreglan los demás para vivir alegremente y como si nada. vivir es algo muy raro, no sé cuál es el negocio. vendrán tiempos mejores, digo dando livianamente por sentada la existencia de conceptos tan extravagantes como los de “tiempo”, “mejoría”, “futuro”. en fin.
debajo de esto va parte del mamotreto por el que preguntaba la amiga juanita.
camerone (méxico), 30 de abril de 1863: sesenta hombres de la legión extranjera francesa, contratados como mercenarios por el emperador maximiliano, custodiaban un cargamento de oro en un viaje de veracruz a puebla. estos escasos hombres, bajo el mando del capitán danjou (manco, veterano de la guerra de crimea), se toparon con una columna de dos mil rebeldes. luchando, se las arreglaron para abrirse camino hasta una casa de campo abandonada. allí resistieron durante casi doce horas hasta que quedaban cinco legionarios en pie. estos cinco legionarios cargaron contra esa columna de dos mil hombres. de los cinco, sobrevivieron tres.
todos los años, el 30 de abril los legionarios se reúnen en reconocimiento al valor extraordinario de estos hombres. se recuerda el desarrollo de esas doce horas de batalla (subrayo: sesenta hombres contra dos mil). en aubagne, cuartel central de la legión extranjera, se hace desfilar con gran solemnidad ante la formación, la mano de madera del capitán danjou. todos los legionarios se cuadran ante ella.
lo de camerone me hace acordar de otro ataque romántico, durante la “rebelión de las coletas” en kumamoto (1800 y algo). doscientos samurais armados únicamente con katanas atacan un cuartel del ejército regular japonés donde duermen más de dos mil soldados. el polvorín del cuartel está cerrado herméticamente y las bayonetas son un arma francamente inferior frente a las katanas. el combate se desarrolla con lentitud “entre otras cosas, porque degollar a dos mil hombres toma su tiempo”, dice ejerciendo un macabro sentido del humor el tipo que relata la cosa donde la leí. finalmente, alguien consigue entrar al arsenal del cuartel y con armas de fuego... bueno, la cosa ya cambia: los samurais prueban en sus entrañas las mieles del progreso. hay una crónica muy interesante de los suicidios de aquellos que lograron huir, algún día voy a buscar el libro y voy a poner algo más completo sobre el tema.
no sé a donde quiero ir con esto. bueno, tampoco tengo que ir a ningún lado, no sé por qué me preocupo.
hoy tuve terapia, una sesión más bien chotona. ahora estoy escribiendo esta pelotudez y escuchando “dandy in the underworld” de t. rex. hace dos semanas y pico que no fumo porro. los ansiolíticos (clonazepam) se han revelado como una cosa completamente inútil, la gente que aguanta tomando eso son asquerosos aficionados. estoy huérfano frente al mundo. pero quién no.
desde méxico, la amiga juanita asesina preguntaba por mi novela. hace una semana que no escribo nada, ya dije: me siento frente a la máquina y la miro como si fuera de ella la culpa. estoy haciendo otras cosas: arreglando mi ex casa para alquilarla, tomando exámenes de ingreso a la facultad (pobres pibes, uno me preguntó que quería decir “incidencia”), preparando un programa de radio, haciendo los trámites para empezar un posgrado (entre otras cosas tramitando mi título de ingeniero, cosa que no hice desde que rendí la última materia, hace ya un tiempito laaaaargo) y empezando a leer documentos para una consultora en calidad que me puede llegar a tirar trabajo por afuera de la facultad, porque a fin de año me quiero ir a algún lado donde no sepa el idioma que se habla (así tengo una justificación para no entender nada). el buen momento más próximo llegará, si todo sale bien, a fines de diciembre, cuando prenda el primer caño de la temporada.
ahora se me ocurre: capaz que yo entiendo DEMASIADO, lo suficiente para estar desconcertado ante cómo se las arreglan los demás para vivir alegremente y como si nada. vivir es algo muy raro, no sé cuál es el negocio. vendrán tiempos mejores, digo dando livianamente por sentada la existencia de conceptos tan extravagantes como los de “tiempo”, “mejoría”, “futuro”. en fin.
debajo de esto va parte del mamotreto por el que preguntaba la amiga juanita.
Los primeros dos días no pudo dormir. Estaba poseído por una confusión cuántica de sensaciones desagradables. Algunas eran razonables: la incomodidad ante la ajeno de la casa y su deprimente contenido, el rechazo a la ominosa suciedad, la extrañeza ante la repentina falta de rutina y obligaciones. Otras no podían ser descriptas. Sentía anímicamente el malestar que se tiene ante la primera gripe al comenzar el otoño, esa coexistencia febril entre frío y calor.
No terminaba de acomodarse a la idea de que ESTABA ahí. Lo asqueaba sentarse en esas sillas cubiertas de polvo, o tocar siquiera cualquier cosa, porque todo estaba impregnado de esa mugre pegajosa y maligna, así que pasó muchas horas deambulando circularmente, como un autito chocador averiado por los atiborrados cuartos de la casa, observando sin detener la vista en nada en particular. Cada tanto, para descansar, iba al patio y se sentaba en una piedra. No había en la casa nada comestible y no tenía ganas de salir a comprar. Las pocas veces que tomó agua lo hizo directamente de la canilla del patio. Al cabo de esos dos primeros días insomnes, venció la repulsión y se acostó en el sofá. Durmió profundamente durante seis horas y media. Tuvo una sucesión de sueños pastosos y repetitivos en los que se escapaba de un corral y era acribillado a escopetazos en una vereda, frente a una casa desde la que alguien, oculto, lo miraba. La situación en sí (su asesinato) no tenía nada de angustiante, estaba teñida de una sensación casi religiosa de que “así debía ser”. Contemplaba las pequeñas explosiones de su piel y percibía el efecto particular de cada perdigonada perforando la carne y astillando los huesos. Lo inquietante era que si bien cambiaban las veredas, las casas y la apariencia de sus ejecutores, la persona que lo miraba oculta era siempre la misma. Cuando se despertó no se acordaba de nada, pero tenía la sensación no racionalizada de que algo, en algún lado, lo acechaba. Aparte de eso, se sentía etéreo, flotante.
Caminó como un fantasma hasta la estación de servicio y se metió en el bar. En veinte minutos tomó cuatro tazas de café con leche y comió tres alfajores de maizena. Después leyó el diario entero, sección por sección, nota por nota, en metódico orden, de atrás para adelante. Cuando terminó se quedó mirando el movimiento de los autos que entraban y salían. El tiempo que tenía por delante le parecía infinito y ajeno.
Volvió a la casa cuando terminaba de anochecer. Primero se sentó un rato en silencio y con las luces apagadas. Después prendió la luz del living y volvió a la pecera donde descansaban los dos extraños cadáveres resecos. Podían ser lagartijas. O pequeños lagartos. Pero la piel no era de reptil, era una piel delgadísima. Y esos filamentos que salían de la parte de atrás de la cabeza. Volvió a tener la tentación de agarrar uno para mirarlo más de cerca, pero la repulsión se lo impidió. Dio un par de vueltas por la casa. Sentía deseos de irse de ahí, pero tenía la certeza de que no había dónde ir. El mundo exterior era una gigantesca casa polvorienta, llena de basura y cadáveres resecos, iluminada con bombitas de 25 watts. Donde fuera, seguiría estando ahí.
Ubicó un televisor antiguo, blanco y negro. Le pasó un trapo húmedo para sacarle la tierra. Lo enchufó. Funcionaba, aunque la imagen no era de lo más clara en ninguno de los tres canales que agarraba. En los tres había noticieros. Dejó el canal que se veía mejor y asistió a un largo informe sobre la incipiente epidemia de rabia. Ya habían muerto ocho personas, entre ellas dos chicos. Los dos vectores de la enfermedad eran los perros y los murciélagos. La perrera había vuelto a las calles para sacar de circulación los animales callejeros, y estaba en marcha una fuerte campaña de fumigación. Había personas que protestaban contra la crueldad y el maltrato que sufrían los animales antes de ser llevados a la cámara de gas. Las imágenes mostraban dos empleados municipales abriendo las puertas de algo parecido a un contenedor bajito, en cuyo interior había una decena de perros muertos, las bocas abiertas y las miradas vidriosas perdidas en ningún lugar. Sacaban los cadáveres con un palo que en la punta tenía una especie de gancho. Uno de los empleados sonreía hasta que recordó que lo estaban filmando y adoptó una actitud grave. Murciélagos, pensó sin saber que pensaba. El común de la gente le teme a los murciélagos, probablemente por el mito de que chupan sangre, pero sólo unas pocas especies son vampiros. Los otros, animales ciegos y comedores de insectos, cargan con ese estigma y son perseguidos por crímenes que no cometieron.
No terminaba de acomodarse a la idea de que ESTABA ahí. Lo asqueaba sentarse en esas sillas cubiertas de polvo, o tocar siquiera cualquier cosa, porque todo estaba impregnado de esa mugre pegajosa y maligna, así que pasó muchas horas deambulando circularmente, como un autito chocador averiado por los atiborrados cuartos de la casa, observando sin detener la vista en nada en particular. Cada tanto, para descansar, iba al patio y se sentaba en una piedra. No había en la casa nada comestible y no tenía ganas de salir a comprar. Las pocas veces que tomó agua lo hizo directamente de la canilla del patio. Al cabo de esos dos primeros días insomnes, venció la repulsión y se acostó en el sofá. Durmió profundamente durante seis horas y media. Tuvo una sucesión de sueños pastosos y repetitivos en los que se escapaba de un corral y era acribillado a escopetazos en una vereda, frente a una casa desde la que alguien, oculto, lo miraba. La situación en sí (su asesinato) no tenía nada de angustiante, estaba teñida de una sensación casi religiosa de que “así debía ser”. Contemplaba las pequeñas explosiones de su piel y percibía el efecto particular de cada perdigonada perforando la carne y astillando los huesos. Lo inquietante era que si bien cambiaban las veredas, las casas y la apariencia de sus ejecutores, la persona que lo miraba oculta era siempre la misma. Cuando se despertó no se acordaba de nada, pero tenía la sensación no racionalizada de que algo, en algún lado, lo acechaba. Aparte de eso, se sentía etéreo, flotante.
Caminó como un fantasma hasta la estación de servicio y se metió en el bar. En veinte minutos tomó cuatro tazas de café con leche y comió tres alfajores de maizena. Después leyó el diario entero, sección por sección, nota por nota, en metódico orden, de atrás para adelante. Cuando terminó se quedó mirando el movimiento de los autos que entraban y salían. El tiempo que tenía por delante le parecía infinito y ajeno.
Volvió a la casa cuando terminaba de anochecer. Primero se sentó un rato en silencio y con las luces apagadas. Después prendió la luz del living y volvió a la pecera donde descansaban los dos extraños cadáveres resecos. Podían ser lagartijas. O pequeños lagartos. Pero la piel no era de reptil, era una piel delgadísima. Y esos filamentos que salían de la parte de atrás de la cabeza. Volvió a tener la tentación de agarrar uno para mirarlo más de cerca, pero la repulsión se lo impidió. Dio un par de vueltas por la casa. Sentía deseos de irse de ahí, pero tenía la certeza de que no había dónde ir. El mundo exterior era una gigantesca casa polvorienta, llena de basura y cadáveres resecos, iluminada con bombitas de 25 watts. Donde fuera, seguiría estando ahí.
Ubicó un televisor antiguo, blanco y negro. Le pasó un trapo húmedo para sacarle la tierra. Lo enchufó. Funcionaba, aunque la imagen no era de lo más clara en ninguno de los tres canales que agarraba. En los tres había noticieros. Dejó el canal que se veía mejor y asistió a un largo informe sobre la incipiente epidemia de rabia. Ya habían muerto ocho personas, entre ellas dos chicos. Los dos vectores de la enfermedad eran los perros y los murciélagos. La perrera había vuelto a las calles para sacar de circulación los animales callejeros, y estaba en marcha una fuerte campaña de fumigación. Había personas que protestaban contra la crueldad y el maltrato que sufrían los animales antes de ser llevados a la cámara de gas. Las imágenes mostraban dos empleados municipales abriendo las puertas de algo parecido a un contenedor bajito, en cuyo interior había una decena de perros muertos, las bocas abiertas y las miradas vidriosas perdidas en ningún lugar. Sacaban los cadáveres con un palo que en la punta tenía una especie de gancho. Uno de los empleados sonreía hasta que recordó que lo estaban filmando y adoptó una actitud grave. Murciélagos, pensó sin saber que pensaba. El común de la gente le teme a los murciélagos, probablemente por el mito de que chupan sangre, pero sólo unas pocas especies son vampiros. Los otros, animales ciegos y comedores de insectos, cargan con ese estigma y son perseguidos por crímenes que no cometieron.
Wednesday, March 02, 2005
él
él tiene broches en los ojos
con los que se prende a cada trozo de existencia
a cada vago rumor
de la naturaleza real.
y su ojo se fija en cada persona en cada cosa errante
y espera que se mueva
como un gato con un ratón blanco muerto
sospechando que oculta
alguna pequeña clave de la existencia
y él espera gentilmente que ello se revele.
ý él es tan manso como el cordero de dios
transformado en alocadas costeletas
y recoge cada objeto sospechoso
y recoge cada persona o cada cosa
examinándolo y sacudiéndolo
como un ratón blanco con un trozo de cuerda
que cree tiene vida
y lo sacude para que hable
y lo reanima en la sacudida
y lo sacude para que hable
y lee el guión de su cerebro
su jeroglífico de existencia
él es un radiotransmisor en dos piernas
y acerca el teléfono a su oído
y acerca el teléfono a su boca
y oye muerte muerte
él tiene una cabeza con una lengua colgante
en el fondo de su boca
y habla con una lengua animal
y el hombre inventó un idioma
que ningún otro animal comprende
y su lengua ve y su lengua habla
y sus propios oídos oyen lo que dicen
y se pegan a su cabeza
y oyen muerte muerte
y tienen un idioma para decirlo
un idioma
que ningún otro animal comprende.
(de "he", de lawrence ferlinghetti)
estoy con la cabeza en otro lado estos días y pongo cosas de otros. en breve, más registros de mi percepción deforme.
con los que se prende a cada trozo de existencia
a cada vago rumor
de la naturaleza real.
y su ojo se fija en cada persona en cada cosa errante
y espera que se mueva
como un gato con un ratón blanco muerto
sospechando que oculta
alguna pequeña clave de la existencia
y él espera gentilmente que ello se revele.
ý él es tan manso como el cordero de dios
transformado en alocadas costeletas
y recoge cada objeto sospechoso
y recoge cada persona o cada cosa
examinándolo y sacudiéndolo
como un ratón blanco con un trozo de cuerda
que cree tiene vida
y lo sacude para que hable
y lo reanima en la sacudida
y lo sacude para que hable
y lee el guión de su cerebro
su jeroglífico de existencia
él es un radiotransmisor en dos piernas
y acerca el teléfono a su oído
y acerca el teléfono a su boca
y oye muerte muerte
él tiene una cabeza con una lengua colgante
en el fondo de su boca
y habla con una lengua animal
y el hombre inventó un idioma
que ningún otro animal comprende
y su lengua ve y su lengua habla
y sus propios oídos oyen lo que dicen
y se pegan a su cabeza
y oyen muerte muerte
y tienen un idioma para decirlo
un idioma
que ningún otro animal comprende.
(de "he", de lawrence ferlinghetti)
estoy con la cabeza en otro lado estos días y pongo cosas de otros. en breve, más registros de mi percepción deforme.
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