Wednesday, March 23, 2005

esto y aquello


hoy es un nuevo día
la primera idea: la agonía
es tan duro convivir sin alma
soñar vejez y llorar sin respirar
hoy es un nuevo día y está bien, la culpa es mía
hay luz, es la mañana y el sol brilla

así puesto no parece la gran cosa pero es la letra de un temazo de cyro y la liga premier, la banda donde toca mi amigo fabián.

hace un tiempo que ando bastante en otra cosa, ocupado con cosas que ya conté y la verdad que no le importan a nadie empezando por mí mismo. por un lado mejor porque no pienso. me embola no tener tiempo para escribir, pero si me siento a escribir sufro como un conchudo y me quiero cortar la garcha en fetas (lo mismo que si pienso) así que bueno, creo que por ahora es negocio.

estoy escuchando rjd2, “chicken bone circuit”. esteeeeemmm... sigo sin comprar faso. me regalaron, esto que estoy fumando ahora. yo dije que no compraba.

miento: sigo pensando, qué cagada.

lo escribí en un par de lados y no sé si acá. el recuerdo de mis años pasados (los últimos veintiséis, más o menos) es una bola confusa sin continuidad cronológica. algo así como ese recurso que se usa en los dibujitos animados o en historieta para graficar una pelea caótica: una nube en movimiento de la que salen gruñidos, quejidos, patadas y piñas. con los últimos años el tema se acentúa bastante, los acontecimientos están desparramados en el piso, fragmentados y enquilombados. probablemente porque he vivido como si mi vida no me perteneciera, no recuerdo tener sentimientos (no lo digo haciéndome el áspero, lo que pasa es que no encuentro las palabras que describan bien la sensación).

me siento como en una carrera de autos en la que todos largaron hace rato mientras yo todavía estoy tratando de armar el auto, sin saber cómo funciona un auto, sin saber siquiera qué mierda es un auto y si por un milagro terminara de armarlo no sabría ni siquiera cómo subirme al auto, ni para qué.
he tenido recreos, si no creo que no hubiera sobrevivido. mis actitudes más “destructivas” me han mantenido vivo. escondido y destruyéndome la fui pechando. no hay otra, como dicen los viejos. no hubo otra, al menos.

uno de esos recreos ha sido de lunes a viernes durante no sé, diez años, salir del trabajo y fumar un porro en un descampado grande que hay en la ciudad universitaria (para los que la conocen, el descampado cuyos límites son la avenida valparaíso, el comedor universitario y los fondos de la tecnológica). mi inteligencia se recalentaba por el esfuerzo que significaba mantener los múltiples frentes de mentiras que tenía abiertos, uno por cada persona con la que me “relacionaba”. y entonces, en el medio de ese descampado, mientras me invadía esa sensación relajante del fasito y dejaba de ser un proyector de hologramas, creo que tenía lo más parecido a una integración con algo. una de las cosas que hice durante casi todas esas tardes durante esos años fue mirarme a los ojos con una lechuza. no sé cuanto viven las lechuzas, capaz que fue más de una. el hecho es que si yo salía cuando hacía la luz que hay a las seis de la tarde en invierno, iba a encontrar parada siempre sobre la misma piedra una lechuza marrón y blanca. con el correr del tiempo, nos acostumbramos a ese encuentro y la lechuza me dejaba acercarme bastante (casi tres o cuatro metros) sin escaparse. nos mirábamos un rato largo. eso era lo más parecido que tuve durante ese tiempo a un contacto real con el universo que me rodeaba. a la luz de dos cosas que puse acá hace unas semanas (y no nos engañemos, a lo de la cabeza que estoy al escribir esto), el poema de ferlinghetti y lo de pirozzi sobre la tortuga que miraba con los ojos de todas las tortugas, medio que asoma una explicación: como en el poema de ferlinghetti, tengo el vicio de por ahí agarrar “un objeto o persona sospechosa” y sacudirlo adelante mío como si pudiera explicarme el mundo. y sí, como dice pirozzi, en ese único momento del día yo me sentía explorado, traspasado, conocido, explicado por el universo en la mirada de esa lechuza que era el resultado de la evolución de millones de años de miradas de lechuzas, antepasados de las lechuzas y primeros reptiles con plumas y últimos reptiles sin plumas. esos millones de animales me miraban sin curiosidad y pensaban: que animal extraño, que animal perdido.

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