Tuesday, February 15, 2005

el brillo de un millón de soles y otros grandes éxitos


hace un par de años, revolviendo libros en la calle corrientes encontré uno que me pareció muy interesante: era el intercambio epistolar entre (yo creía recordar) un miembro de la tripulación del “enola gay” y un periodista. salía sesenta y siete mangos y yo ya había gastado lo que llevaba para libros, así que con todo el odio del mundo lo dejé en la mesa. Nunca más volví a encontrar ese libro, y no me acordaba ni del nombre ni del autor.
hoy, habiendo puesto “culpa y autopunición” en google, me encuentro con la historia de claude eatherly, que me vengo a enterar era el protagonista del libro antes mencionado, que se llama “burning conscience” y es la correspondencia entre eatherly y el filósofo alemán günther anders. ya lo ubiqué, vamos a ver si lo consigo. la historia de eatherly es demasiado buena como para no contarla aunque sea brevemente. esto que sigue es un resumen de lo que encontré de él:
claude eatherly no estuvo en el “enola gay”. era el piloto del “straight flush”, el b-29 que volaba adelante y que, análisis meteorológico mediante, señaló a hiroshima como blanco apto para el bombardeo. él vio la explosión y cuando llegó a tierra se enteró de que acababan de cepillarse a doscientos mil japoneses.
luego de contemplar el géiser atómico sobre la ciudad japonesa, la vida de eatherly comenzó a desplazarse cuesta abajo. después de bajar de su avión no habló durante días. rechazó los honores y beneficios que le correspondían por formar parte de la misión que terminó con la segunda guerra mundial. fue expulsado de la fuerza aérea por hacer trampa en un examen escrito y pasó los siguientes diecisiete años haciendo cosas: intentó suicidarse varias veces, mandaba sobres a hiroshima con cheques y notas de exculpación, fue arrestado muchas veces por delitos menores (asaltaba licorerías o farmacias armado con pistolas de juguete, ordenaba poner el dinero en una bolsa y salía lo suficientemente lento como para poder ser atrapado. o directamente se iba dejando sobre el mostrador la bolsa junto con el arma y sus huellas digitales) y en los juicios exigía ser tratado como un asesino de miles de personas y no como un ratero. nunca fue condenado por esos delitos. en cambio se ganó el encierro en el hospital militar de waco, texas (en esa época intercambió la correspondencia con anders) del cual escapó en 1961 para desaparecer sin dejar rastro.

fue recluido, es decir, no por marcar para la muerte a doscientas mil personas, sino por no haber sido capaz de superarlo. mientras él solicitaba una y otra vez “la gracia del castigo”, sus compatriotas lo castigaban precisamente declarándolo irresponsable de sus actos. paul tibbets, piloto del “enola gay”, quien dijo no sentir ninguna clase de culpa (“hice lo que se me había ordenado y en la misma situación lo volvería a hacer”, no sé si te suena de algún lado) fue homenajeado, felicitado, condecorado, y sus compatriotas lo hicieron sentirse orgulloso de su acción. tibbets era el normal.

en un artículo sobre el tema que sale en la página de la harvard university gazette, el primer párrafo dice: “major claude eatherly took off from the pacific island of tinian on august 6, 1945, and flew into history and tragedy”

una más de la bomba atómica: es famosa la anotación en el diario del copiloto, que registraba una expresión de paul tibbets que se hizo histórica: “dios mío, ¿qué hemos hecho?”. resulta que ahora se supo que lo que dijo en realidad fue “¡menudo pepinazo les hemos puesto!” y que cuando lo vio anotado le pidió al copiloto que tachara y cambiara la frase por algo un poco más digno.
la del copiloto del enola gay (robert lewis, apodado por los otros pilotos como “el irlandés indomable”) es interesante, también. aquí otra anotación del diario, escrita mientras miraban crecer el hongo: “a bordo del avión nadie dice nada. casi puedo saborear el gusto de la explosión. tenía sabor a plomo. la cabina estaba iluminada por esa extraña luz. era como asomarse al infierno. a continuación llegó la onda de choque, una masa de aire tan comprimida que parecía algo sólido”.
en 1971, lewis vendió el diario en treinta y siete mil dólares (ahora tiene un valor estimado de medio millón) y con ese dinero compró mármol que comenzó a esculpir con temas religiosos. su escultura más célebre es una nube en forma de hongo: “el viento divino sobre hiroshima”.



en otro orden de cosas, encontré una expresión que modifica cierta idea que tengo sobre mí mismo. antes lo más parecido a una descripción mía que podía dar era “discapacitado emocional” (de buena fuente sé que se han referido a mí como “discapacitado” a secas). en medio de las cosas que encontré de günther anders lo leí mencionando el concepto “analfabeto emocional” que creo que me cabe un poco mejor. lamento si suena un poco, como se dice... optimista. o “buena onda”, como dicen los chicos de ahora.


el domingo tuvimos una charla que duró horas. hablamos en voz baja, acariciábamos los perros y acomodábamos las palabras como jugadores de dominó que no conocen las reglas. al final, cuando caía la tarde y los mosquitos empezaban a picarnos, ella señaló la pileta y me dijo: “¿sabés que aprendí a flotar?”

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