Wednesday, January 12, 2005
miss lonelyhearts se fue a casa en taxi. vivía solo en una habitación tan sombría como un viejo garbado al acero. había una cama, una mesa y dos sillas. las paredes estaban desnudas y sólo un cristo de marfil colgaba de la pared opuesta a la cama. había arrancado la figura de la cruz, sujetándola a la pared con grandes clavos. pero no había conseguido el efecto deseado. en lugar de una figura torturada, el cristo resultaba tranquilo y decorativo.
(...)
siendo un chiquillo descubrió en la iglesia de su padre que algo se removía en su interior cada vez que gritaba el nombre de cristo, algo que estaba oculto y era enormemente poderoso. se había entretenido con ello, pero nunca había dejado que adquiriese vida propia.
ahora sabía lo que era aquello: histeria, una serpiente que en cada uno de sus escamas lleva un pequeño espejo y en donde el mundo muerto parece revivir. y que muerto está el mundo...un mundo de reflejos. se preguntó si la histeria no sería un precio demasiado elevado.
para él, cristo era el más natural de los estímulos. con los ojos fijos en la imagen que colgaba de la pared comenzó a recitar:
-cristo, cristo, jesucristo, cristo, cristo, jesucristo.
pero cuando la serpiente empezó a desenroscarse en su cerebro, se asustó y cerró los ojos.
(nathanael west, “miss lonelyhearts”)
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