Tuesday, January 18, 2005


-Jorge no comía casi nada, no sé por qué estaba tan gordo.
-Tenía varios problemas físicos. La gordura era por un mal funcionamiento de la tiroides.
-Ah, ya me parecía. En el tiempo que lo conocí no lo ví comer nunca. Sé que comía en el comedor comunitario de Lambruschini y Gaido, a dos cuadras de acá. Pero nunca tuvo heladera, ni ví restos o paquetes de comida. Con lo del comedor no alcanzaba para sostener semejante tamaño. Incluso había veces que ni salía a comer. Era muy raro tu hermano. Yo lo he visto pasarse días tumbado en ese sofá, en la misma posición, hecho un ovillo, mirando contra el respaldo.
-¿Y usted qué hacía?
-Nada. Estaba. Me sentaba y agarraba algún libro o revista y me ponía a leer. Por allá -señaló un rincón atrás del armario donde estaban los accesorios de ortopedia- hay una pila con no sé qué cantidad de Selecciones. Está muy buena esa revista. Te da cultura general. Yo la conocí acá, un día tu hermano se encontró no sé cuantas, mas de doscientas seguro. Me debo haber leído más o menos la mitad.
-¿Y él?
-Y él que.
-¿No hacía nada? Se tenía que levantar a abrir la puerta, por lo menos.
-Tu hermano nunca tenía la puerta cerrada. No hay mucha gente que quisiera meterse acá, por otra parte. Algunos curiosos entraron par de veces, pero justo cuando Jorge estaba en la casa. Les pegó tanto que a nadie le volvieron a dar ganas. Y no, no hacía nada. Sólo estar tirado ahí. Yo venía a verlo. No a acompañarlo, sino a contemplarlo. Era algo impresionante, magnífico a su manera. No me sale explicarlo, pero se me hacía que estaba viendo algo, no sé... por ahí “trascendente” sea la palabra. Parecía un animal herido, un oso o algo así, escondido en el fondo de su cueva, soportando un dolor que no lo deja moverse. Esa enorme espalda subiendo y bajando, viste el ruido que hacía al respirar, como una especie de lija blanda...días así.

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