Thursday, November 11, 2004

hechos inquietantes

un vaso de agua cuyo contenido se derrama sobre el suelo: este es un proceso muy probable y ocurre comúnmente. a nivel microscópico, el charco está formado por millones de moléculas de agua que se mueven azarosamente. en principio y por pura coincidencia, podría suceder que todas las moléculas hicieran juntas el mismo movimiento de tal manera que saltaran nuevamente dentro del vaso. este proceso es muy improbable. es tan improbable como ganar la lotería en un sorteo en el que el número de billetes se escribe con varios trillones de dígitos (en comparación, para enumerar la cantidad de átomos existente en el universo visible nos bastaría con ochenta dígitos). lo importante es que PODRÍA suceder.


el principio de incertidumbre enunciado por heisemberg dice que no se puede conocer con certidumbre (al mismo tiempo) la velocidad y la posición de un electrón. si conocemos con certidumbre 100% la velocidad del electrón, la certidumbre con respecto a su posición es infinita: el electrón podría estar en cualquier lugar del universo. a la inversa es lo mismo .


la letra griega psi (no sé cómo corchos ponerla) creo que significa “fuente” o tiene algo que ver con ella, y es parte de la iconografía psicoanalítica. en física, nombra a la función de onda de un electrón. función de onda es la probabilidad de encontrar un electrón en un espacio dado. existen zonas de mayor probabilidad que otras (orbitales).
schrodinger formuló una ecuación cuya solución precisamente es esa función. no un número, una certidumbre: una función.
según la interpretación de copenhague, la función de onda (psi) describe todos los estados posibles de un sistema físico en condiciones específicas. el hecho de hacer una medición implica forzar al sistema a manifestarse en uno de esos posibles estados. cuando un observador toma conciencia del resultado de una observación se produce una “reducción” del conjunto de posibilidades, que equivale a una transición brusca de lo probable a lo “real”.
para reflejar la situación de incertidumbre a la que conduce su famosa ecuación, schrodinger propuso un experimento imaginario: situar un gato en una cámara cerrada, en donde un mecanismo cuántico desencadenara un proceso que derivara en el envenenamiento del gato. roger penrose lo afina un poco y plantea la emisión de un fotón que va a parar a un espejo semipermeable. si pasa a través del espejo, el fotón desaparece y no interactúa con el mecanismo que deriva en la muerte del gato. si se refleja en el espejo es detectado por una célula fotoeléctrica que libera el veneno y mata al gato. la ecuación de schrodinger tiene como resultado ambas posibilidades. mientras un observador no abra la caja y si se aplica la ecuación al pie de la letra, el gato no está ni vivo ni muerto, o mejor dicho: ambas cosas a la vez. sólo cuando se abre la caja el gato está vivo o está muerto. es el observador quien hace colapsar la ecuación hacia un lado o el otro.

el observador es tan importante como el sistema que observa: sin él, el sistema está indefinido entre cualquiera de los resultados posibles. es probable la “interpretación de los muchos mundos”, según la cual cada observación de la caja provoca la formación de dos mundos paralelos, uno en el cual el gato está vivo y otro en el cual el gato está muerto.


me gustó el eco espiritista de forzar un sistema a manifestarse. en breve basta de boludeo y vuelven los chicos del bar de la cañada: rocambolesca aventura del gusi que completamente dado vuelta aprieta mal el botón del ascensor y arma un escándalo en el departamento de dos pisos arriba, creyendo que es el suyo.

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