Friday, September 10, 2004

estoy leyendo una biografía de philip k dick, ya conté

y saqué esto:


-sé muy bien que no eres malo, sé que te das a los pobres, que envías cheques a las asociaciones benéficas, que el sufrimiento de los niños y los gatos te conmueve hasta saltarte las lágrimas. pero esto no cambia nada el hecho de que sigues siendo incapaz de sentir empatía. por más que lo quieras, que implores, no tienes más acceso a los demás que al mundo real, sensorial, a la verdadera vida, de la que siempre te separa un cristal blindado. es ése el pecado mortal, y ni siquiera es por tu culpa. eres más víctima que culpable. el pecado no es una elección moral, sino una enfermedad del espíritu, que lo condena a no conocer otro comercio aparte del suyo o sea, a la repetición eterna. sufres de esa enfermedad: estás obligado a permanecer confinado en el laberinto de tu cerebro, nunca escuchas ni has escuchado, ni escucharás nada fuera de las cintas magnéticas en las que, en circuito cerrado, se imprime y reproduce tu voz. no te hagas ilusiones, es ella la que escuchas en este momento, es ella la que te dice esto. a veces te dejas engañar, porque para soportarse esta voz ha aprendido a falsificar otras, a servirse del eco, a hablar como un ventrílocuo. pero en realidad estás solo, como nixon en su despacho oval plagado de micrófonos que se ponen en marcha cuendo él dice "mierda". pero él, de alguna manera, ha tenido suerte: lo obligaron a que entregara sus cintas, las escucharon y luego lo echaron de su bunker. a tí nadie te hará ese favor. hasta el último de tus días podrás escucharte tranquilamente, contradecirte y acabar dándote la razón.
-¿a eso le llamas darme la razón?
-exactamente. además, tienes razón.

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