Tuesday, May 27, 2008

"Lo despertó Duarte un par de horas más tarde, habían comprado pizza y coca cola. En la televisión estaban las noticias, así que Danielito prefirió comer hojeando unas revistas Selecciones de la pila que había en el baño. Se sentó sobre el piso, un poco apartado del colchón. En un momento Duarte le tocó el hombro.
-Ahí está lo que te decía.- dijo señalando el televisor con una porción de pizza a medio comer.
En la pantalla estaba un elefante, aparentemente la elefanta que le había contado Duarte, rodeada de un rectángulo de, calculó, no más de veinte por diez metros de tierra reseca. En un rincón, el animal comía sin ganas, seleccionando lo mejorcito de una pequeña parva de fruta mustia. Y efectivamente, bailaba. O mejor dicho, no paraba de mover las patas.
-No es que baile baile. Tira pataditas, ves. –dijo Duarte- Hay mucho nervio ahí. Si no fuera tan vieja las patadas serían más violentas. No muestra más sufrimiento porque no le da el cuero, porque está fusilada, no por que no lo sienta. La han torturado andá a saber hace cuánto tiempo, y todavía devuelve miedo con lo mejor de sí misma pobrecita, con lo poco que tiene. Me encanta, me la llevaría a mi casa. Y sabés qué hago: le doy máquina, la cago a palos todos los días. Hasta que llegue la noche en que no aguante más, como los elefantes ésos de la India.
-Qué elefantes.-preguntó el dueño de la casa. Duarte le contó sucintamente lo de los elefantes asesinos de Mal Bazaar.
-Y usted dice que a ver si el bicho va y algún día le toca la puerta.
-Ha ha, si sí. Lo mismo, ésta ya no le toca la puerta a nadie.-dijo Duarte.
-Pero si pasa,-preguntó el otro- si va y le toca la puerta, ¿usted le abre?
Duarte soltó una risita.
-No, claro, ni en pedo. Nunca. Estás loco vos.
Sobre las imágenes, el locutor del noticiero informaba que había una notable recuperación en el estado de salud de la elefanta. A Danielito le alegró que el animal se pusiera bien."

llevo 135 páginas, terminé el capítulo 37 y estoy viendo si termino en el 38 o tengo que agregar un 39, uno de los dos cortísimo, y el otro ya escrito. e´cir, medio que capaz que se acaba. esto no le importa a nadie, y a esta altura tampoco me debería importar a mí.

armé este ov10 bronco escala 1/72. según especialistas, "quedó muy lindo, si lo armó un nene de 12 años o menos"

ah, actualicé el podcast con la segunda parte de una muy interesante historia del pájaro durante los ásperos años del posmenemismo inmediato, cuando se va a vivir con un travesti en condición de inquilino. continuará.

para las dos o tres almas caritativas que han tenido la deferencia de poner el reproductor: podomatic cambió el html del mismo y en consecuencia el que vds tienen en sus blogs no funciona. si desean perder esta oportunidad de deshacerse elegantemente de él, envienme correo y les paso el simpático código. si no, tan amigos. "tanto si el tigre se come al hombre como si éste mata al tigre, la tierra sigue girando sobre su eje" (adolfo h., darwinista literal)

Monday, May 19, 2008

La madre de Danielito caminaba delante suyo en el cementerio de Gancedo, y por lo poco que la podía ver desde atrás le parecía que estaba más joven. Menos encorvada y con un poco más de seguridad en los movimientos. Caminaron bajo el sol rajante de la siesta hasta llegar a un murito a lo largo del cual había una serpiente enorme, como de quince metros. El cuerpo era grueso, a dos metros de la cabeza había un abultamiento notable y los poderosos músculos de la víbora se movían trasladándolo hacia adentro: claramente estaba tragando algo. Su madre le pidió la pistola y Danielito se la alcanzó como corresponde, es decir agarrándola por el cañón y ofreciendo la culata hacia la mano del otro. Su madre la agarró, caminó hasta la cabeza del animal y le disparó. La serpiente no dejó de moverse. Danielito tenía miedo y le dijo a su madre que seguía viva.
-No no –dijo su madre-. Las víboras se siguen moviendo después de muertas, un rato largo.
Se movió hasta la parte abultada del cuerpo y de algún lado sacó un cuchillo. Abrió el cuerpo y de adentro extrajo un lechón entero que chorreaba alguna clase de fluído. La víbora lo debía haber tragado hacía ya un tiempo, porque estaba desarticulado, con la mayoría de los huesos rotos. De repente, Danielito sintió unas intensas ganas de orinar. Comenzó a buscar un lugar para hacerlo pero en todos lados había de repente, gente mirando. Era imposible orinar sin ser visto. Sentía que la vejiga iba a estallarle, pero pudo primero advertir lo extraño de la situación, después caer en la cuenta de que estaba soñando y finalmente despertar con lo justo para no mearse en la cama. Volviendo del baño se sirvió un vaso de coca cola de la heladera y se lo tomó sentado en la oscuridad de la cocina. Después volvió a la cama y se durmió como un tronco.