Monday, February 05, 2007

¿a quién le importa?¡a mí no me importa!¡el culo de un caballo es mejor que vos!

1/viernes 3 am caminando por plaza miserere. un traba con cierto aire a víctor galíndez me pregunta “¿lo hacemos, hermoso?” le digo que no, gracias. me pide veinticinco centavos para llamar a la madre por teléfono. le doy quince. me dice que gracias.

2/sábado a las once de la mañana en alguna esquina de constitución: otro travesti, éste de rostro más bien fino (quiero decir, lo más parecido que puede quedar un tipo a karina jelinek gastando mh no sé, 800 mangos) se levanta la minifalda, saca la garcha y se pone a mear contra un poste de alumbrado, de tal manera que la mayor exposición sea hacia la calle. una cuadrilla de obreros que arreglan una banquina lo miran sonriendo, casi enamorados.

3/una actividad que recientemente había sumado a la escritura de su novela (sobre todo a medida que ésta se fue convirtiendo en la esporádica producción de párrafos de reflexión sobre la no escritura de su novela) era la exploración del vasto territorio de la casa de su hermano, vasto no tanto en extensión como en intensidad: el living, las tres habitaciones y hasta la cocina y el baño estaban ocupadas con pilas de material diverso (libros, diarios viejos, revistas, fascículos, cajas con objetos) que llegaban casi hasta el techo y mezclaban cosas de algún interés con la más llana basura. cuando entró por primera vez había creído ver cierta similitud con el garage de la casa de su madre, pero había una gran diferencia entre aquella mugre producto del la decadencia senil y el precario orden de coleccionista con que su hermano había dispuesto todo aquel volumen de cosas.

hasta las cuarenta y ocho horas inmediatamente previas al accidente, cetarti y su hermano llevaban más o menos doce años sin verse. y durante esas cuarenta y ocho horas tampoco habían intercambiado gran cantidad de información. hasta donde había podido ver, nada de lo acumulado remitía al pasado común entre ellos. no había recuerdos. esto que llenaba la casa eran, como mucho, registros. registros de una época de su hermano que él desconocía. cetarti curioseaba en esos registros sin dramatismo y anotaba observaciones en su cuaderno. se sentía un poco como esos arqueólogos de los documentales, que entran a una caverna y reconstruyen una escena de la prehistoria a partir de restos de fogata y maxilares de animales extinguidos.

-revistas selecciones del reader´s digest años 1952-1965 y 1973-1982 completas encuadernadas y subrayadas en artículos referidos a curiosidades del reino animal, dramas de la vida real y noticias sobre el avance o retroceso del comunismo. alguien (no necesariamente mi hermano) se tomó el trabajo de llenar todos los cupones publicitarios. ninguno está recortado. la caligrafía es siempre la misma: elemental, en mayúsculas. los nombres cambian y las direcciones son claramente inventadas.

-un fósil: roca sedimentaria con rastros de la cabeza de un trilobites. etiquetado a máquina: “clase trilobita, orden asaphida, período paleozoico- bolivia”.

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