1/
de repente no es que me estoy cogiendo a tracey adams vestida de enfermera: es que me estoy haciendo la paja viéndola en un video en la computadora, eso es una decepción pero tampoco está mal, de repente me doy cuenta que no estoy pajeándome frente a la computadora de casa sino en la del trabajo. me estremezco de pánico, pero está todo en silencio y parece no haber nadie. me doy vuelta y están todos mirándome.
2/
-es demasiado cruel.
-chocolate por la noticia, por eso es tan emocionante.
-no puedo entender cómo se puede gozar con la muerte de ese animal. es de un sadismo injustificable.
-ja ja usted es un pelotudo cetarti, cómo injustificable, no entiende nada. y no es el dolor del animal. es la situación. la tragedia. la sensación de que algo, por una vez, sucede y uno está ahí para verlo.
3/
“es un trabajo fabril, como una línea de montaje. un poco al revés, claro. el ritmo de la línea es algo alienante, imparable. y con las vacas lo mismo. vienen y vienen y vienen. es imposible trabajar de eso si no te emborrachás. yo me hice pomada el hígado en la época del frigorífico, estaba borracho todo el tiempo que trabajaba.
ese mismo carácter imparable, cuando tenías una buena mañana y agarrabas una racha sin errores, te llevaba a una especie de trance medio místico. a mí me pegaba como una integración con una especie de ritmo del universo, un fluir gigantesco del cual yo era una partícula muy menor, insertando un pistón de acero en la cabeza de las vacas. yo mataba, la vaca caía, en otro lado nacía o enloquecía alguien, aparecía otra vaca, sobre la superficie de júpiter un huracán movía miles de toneladas de silicio. la integración con una innumerable cantidad de acontecimientos que sucedían a lo largo de millones y millones de kilómetros.”
(carta de antonio de melli a j.d. salinger, sacado del libro “la gelatina de acero” de anthony burguess, sobre vida, obra y tragedia del paraguayo, penguin books 1967. salinger le mandaba dinero ocasionalmente, y una vez obsequió a de melli una bolsa de agua caliente que es hoy exhibida en la celda-museo de la cárcel de pedro juan caballero)
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