"..., en general culpa. culpa y tristeza." (herminio iglesias en declaraciones al national geographic)
estuve en córdoba, vine a mandar mis cosas. también anduve por la villa . entré medio a las escondidas a comprar faso, pero como carla se estaba bañando, fui a ver a irene. en el camino me encontré con algunos de los chicos. me tomé unos mates con irene. ella también estaba triste, se le había volado una pieza de chapa que tenía al costado de la casa.
me cuenta que ahora consiguió un trabajo por horas cerca del cpc de villa libertador y que son tres horas nomás pero que bueno sale, camina y se despeja un poco. mientras hablamos, veo por la puerta de la cocina que algo (alguien) se mueve cíclicamente. alrededor nuestro juegan los chicos, se meten cosas sucias en la boca. de la cocina sale la hija de irene. saluda distraídamente y el resto del tiempo que hablamos con irene, su hija establece un circuito por los límites del patio, que recorre hablando en voz baja. irene dice que prefiere salir porque es muy deprimente el lugar, porque no hay nada lindo para ver. uno de los nenes me regala una tira de cinco o seis caramelos fizz. irene me dice que ella también tiene algo para convidarme, sale con una caja de chocolates tofi que le dieron desde la iglesia y me da cinco.
conseguí el faso y me fuí, eran cerca de las seis y media de la tarde. tenía que pasar por la facultad y para ello debía atravesar una especie de baldío angosto lleno de basura que hay al lado del puente de velez sársfield. ahí ví a un tipo vestido con un traje todo sucio, la cara colorada. estaba parado y había levantado una revista "rumbos" de la basura. la revista estaba toda pegoteada y húmeda de la basura y el tipo estaba perdido en su lectura. completamente concentrado. la tristeza era una anaconda de cuarenta metros revolviéndose adentro mío. me sentía (estaba) lleno de polvo terroso, creo que lo que marca a la villa es la tierra, la naturaleza constante y minuciosamente invasiva del polvo. me pregunté cómo sería el tiempo para una persona así. ya estaba de la recabeza a esa altura, así que no sé si es que me acuerdo o que me dió la impresión, de que caminé un rato largo mientras me preguntaba contínuamente eso: cómo sería el tiempo para ese tipo. cómo sería el tiempo. cómo pasarían esos días. la pregunta rebotaba en mi cabeza como la partícula en aquella caja que no intercambiaba energía con el medio.
"el rabí le explicaba el universo: esto es mi pie, esto es el tuyo, aquello la soga." (j.l. borges, "el golem")
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