Friday, April 21, 2006
“nunca he conocido un criminal que no filosofe (...) sobre la rueda del destino y la serpiente que muerde su propia cola. la práctica me ha enseñado que pesa una maldición sobre los servidores de aquella serpiente: andarán sobre sus abdómenes y comerán del polvo” (gilbert keith chesterton, “el puñal alado”)
en el prólogo a la recopilación de cuentos del padre brown que hizo para la colección “biblioteca personal” de hyspamerica, borges cita a chesterton no sé de dónde: “la noche es una nube mayor que el mundo y un monstruo lleno de ojos”. ése prólogo incluye una anomalía, no sé si intencional del viejo: recomienda un cuento (“los tres jinetes del apocalipsis”) que no está en el libro.
me llevo al baño una revista página/30 de mayo del 2000. excelente el relato de anthony burguess sobre el derrumbamiento de su salud en borneo y su hospitalización en inglaterra:
me colocaron en una sala enorme llena de enfermedades neurológicas. el hombre de la cama contigua tenía la cara fija en un rictus del “homme qui rit”. “pronto cambiaremos esa sonrisa”, decía su médico que veía la cara como cualquier otro miembro. unos ancianos paralíticos temblaban. el paciente de la cama del otro lado estaba reducido a simple pienso de un aparato y parecía un pulpo. dijo a la enfermera: “buenos, días, estaca”, pero ella no reaccionó. “esto te hace formar, maldita sea, no te dice buenos días ni buenas noches ni te besa el culo ni nada”. no era una sala para oficiales de primera clase. el doctor roger bannister, muy conocido por haber corrido la milla en un minuto, se acercó a mí con una bandeja neurológica; se trataba de un aparato para medir las reacciones olfativas. olí a menta y dije que era menta, del limón que era limón y llamé “verduras podridas” a las verduras podridas. examinaron superficialmente mi inteligencia. defina “espiral”. ¿qué diferencia hay entre “alegre” y “melancólico?”. aquellos días había una diferencia. dije que alegre o gay era de origen francés y melancólico de origen griego. esta respuesta fue la de una especie de obseso por las palabras y es probable que se valorase mal. sustraiga 7 de 367 y continúe la extracción hasta el límite. lo oyó el hombre pulpo y fue más rápido que yo : “360-353-346-339” (pronunciando todas las tes como la f griega) “¿fácil cuando juegas a los dardos, no?”. me extrajeron fluido espinal. quise saber por qué. el doctor bannister dijo que era para conocer el contenido proteínico.
“después de chequear que no hubiera nada interesante en los canales de documentales, habían dejado puesto uno de los noticieros locales, porque los había impactado la visión de unos hombres de overol arrastrando cadáveres desollados de vacas en un playón de cemento: el allanamiento a un faenadero clandestino. cuando pusieron imágenes del frente del lugar, los dos reconocieron el edificio.
-¿eso no queda cerca de tu casa?-preguntó duarte.
-a dos cuadras. se les vivían escapando los animales. a los pocos días de mudarme tuvieron que matar un cebú que se les había escapado. lo arrinconaron frente a mi casa.
-muy clandestinos no eran entonces.
-lo que pasa es que ahí había un frigorífico, antes. que se fundió y quedó todo eso abandonado. después los tipos llegaron y empezaron a usar las instalaciones y todo el mundo pensó que el frigorífico había vuelto a funcionar.
los tipos de overol, después de amontonar los cuerpos de las vacas, las rociaban con pintura celeste en aerosol, para que la carne no pudiera ser vendida. las vacas estaban casi enteras y sin piel parecían salidas de esas láminas ilustrativas de los diccionarios, apenas más brillosas, y con los ojos más resaltados.
-qué barbaridad, cómo van a tirar toda esa carne, deberían dársela a la gente pobre.
-pueden estar enfermas las vacas, pueden tener aftosa.
-si tenés hambre te importa tres carajos que la vaca esté enferma. aparte, la aftosa no te hace nada, te pueden llegar a salir llagas en la boca como mucho. bah, yo digo, si yo tengo hambre y me dicen no que la carne tiene aftosa, sino que está medio podrida, yo la agarro lo mismo y la hiervo mucho y me la como.
-no, ni loco, prefiero cagarme de hambre.
-no, boludo, yo no te estoy diciendo hambre de que me salteo la cena. te digo hambre de que estés sin comer tres días, o cuatro. hambre hambre. de en serio.
-no sé, yo no podría, creo...
-no podés hasta que no hay otra cosa, yo lo aprendí de comerme un curso de supervivencia en el monte. un día cazaron un mono grande, lo trajeron y lo colgaron de una rama. y nos dijeron que a partir de ese día se suspendían las comidas. nos sacaron las armas para que no cazáramos nada y nos tuvieron cagando durante cuatro días, caminatas larguísimas, mientras el mono empezaba a pudrirse, y no nos daban de comer, agua con sal nomás. al quinto día descolgaron el mono todo hinchado, nos hicieron mirar mientras lo cuereaban, lo destripaban y lo hervían. lo estuvieron hirviendo no sé cuanto, un montón de tiempo. y nos dieron de comer eso. y lo comimos, estábamos recagados de hambre. lo hicieron así porque de otra manera nunca nos hubiéramos animado a probar carne de mono podrida
-y que tal estaba.
-horrible, claro. pero la onda no era que nos gustara, sino que aprendiéramos que la carne podrida se puede comer si la hervís lo suficiente. lo único que no hay que recalentarla. te podés morir de botulismo.
-ahá, muy útil el dato, gracias.
-nunca se sabe...”
(durante su oscuro “período cordobés”, el inmovilista paraguayo antonio de melli bocetó lo que después sería la saga de los soldados pumba y colifo, llevada al cine por enrique carreras y que inmortalizara a los actores argentinos alberto olmedo y jorge porcel. esto es la transcripción de un manuscrito que compré en la subasta on line de objetos de de melli que hizo sotheby´s el año pasado no, el anterior. para mi sorpresa, la caligrafía del hombre de puerto stroessner es dificultosa e infantil)
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