escuchando: journey to the secret life of plants, stevie wonder. mi ex mujer se compró un golden retriever y aprendió a nadar. yo en cambio, eh... bueno, mejor no hablar de ciertas...cosas.
1-hay mujeres como acontecimientos históricos: se producen por primera vez en nuestra vida como suceso y tienen derecho a una segunda existencia como farsa. acontecimiento de la pasión, farsa del trabajo de duelo.
2-es difícil remediar nuestra propia tristeza porque somos sus cómplices. es difícil remediar la de otros porque somos sus cautivos.
3-pronto los anteojos no serán más que una prótesis. pero serán el atributo hereditario de una especie en la cual la mirada habrá desaparecido.
(baudrillard, “cool memories”)
no escribo sobre mi mismo porque soy una persona de las que deben ser ignoradas. por fallido, por intrascendente, por cordobés. de las personas que dejarán como único testimonio una pequeña diferencia, un pequeño delta entre el volumen del aire inspirado y expirado, cambios infinitesimales en la relación O/CO/CO2 de la primera capa de la atmósfera. mishima dice (no cito textualmente) que el suicidio vale únicamente para las personas jóvenes. pasada una edad, uno ya no va a dejar un cadáver hermoso. después de un tiempo, uno se va, por así decirlo, “ensuciando” con la vida, con esa serie de acontecimientos feos, chiquitos. el suicidio joven es la tragedia de lo que no sucedió, mientras que pasada la primera juventud, el suicidio es el intento de separarse de lo mal hecho. pero no hay manera de separarse de eso. uno ya existe, ya fijó su imagen en las miradas de otros, ya hundió su dedo en el implacable cemento fresco de la fealdad. de ahí no hay retorno. es desconsolador.
leyendo el segundo tomo de “sangre y tierra”, las memorias del inmovilista paraguayo antonio de melli, me entero de que este tipo estuvo varado en córdoba unos años. su estadía en la ciudad de las cruces y los cementerios, por lo que cuenta, fue extremadamente embolante:
“este lugar es la sede de residencia del demonio del aburrimiento y la opresión. escucho voces que me dicen: aprendé a mirar este barro pibe, porque no hay orilla. acostumbrate, chapaleá, respiralo. este barro es tu hogar. comprate un televisor y poné cable, instalate porque de acá no salís más.
tengo que empezar a ponerme en onda: decidir si me compro una camiseta de talleres o belgrano, si soy un cordobés negro de mierda y bailo con la mona jiménez o un cordobés culto y voy al teatro del libertador las diez mil veces al año que va jairo a cantar el ave maría. tengo que ponerme a escribir algo a ver si la voz del interior me lo publica sin pagármelo. algo bien feo sobre jardín florido, la cañada o la torre angela, sobre la identidad cordobesa. si escribo diez o veinte de esos, después los recopilo en un librito, pago para que me hagan una edición fea que le regalaré a los vecinos y me convierto en un escritor cordobés y tengo una mesita en la feria del libro. y la tierra empieza a caer encima mío pero (eso ya lo dijimos) tampoco es ningún consuelo.”
prrrrrhehey, los veo la próxima. pero no hay próxima. a partir de ahora, amigos, es todo el mismo instante congelado. visiten otros prados, beban en otros arroyos. acá se viene la septicemia.
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