Wednesday, December 29, 2004
pienso ahora en las otras muertes que imaginábamos, las muertes absurdas de los contusos, los mutilados y los tullidos. pienso en los accidentes de los sicópatas: colisiones improbables llevadas a cabo con rencor y disgusto, insidiosos choques múltiples entre oficinistas exhaustos en autos robados al atardecer. pienso en accidentes absurdos, amas de casa neuróticas que vuelven de la clínica de enfermedades venéreas y se estrellan contra coches estacionados en las calles suburbanas. pienso en los accidentes de esquizofrénicos excitados que embisten de frente el camión de un lavadero, descompuesto en una calle de una sola dirección; en maníaco depresivos aplastados mientras dan inútiles medias vueltas en los accesos a una carretera; en paranoicos infortunados lanzados a toda velocidad contra una pared de ladrillo en el extremo de un conocido callejón sin salida; en institutrices sádicas decapitadas dentro de autos volcados en encrucijadas difíciles, en jefas de supermercado lesbianas que arden en la carrocería destrozada de pequeños vehículos, bajo la mirada estoica de bomberos maduros; en niños autistas chocados por detrás, aplastados, los ojos dulcificados por la muerte; en autobuses repletos de débiles mentales que se ahogan estoicamente en un canal de desechos paralelo a la ruta.
(j.g. ballard, "crash")
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