Tuesday, October 19, 2004
vida de pesadilla /1
1-onanismo, corderos, futuro
todas las mañanas, después de la primera del día, me hago la misma pregunta: ¿cuánto llevo acabado sobre esta cama?¿habré llegado al litro? a ver: una acabada promedio tiene unos, ponele 10 mililitros de semen. duermo en esta cama desde hace, más o menos doce años. a un prudentísimo promedio de dos pajas diarias, mediante una sencilla serie de cálculos llegamos a un volumen total de ochenta y siete mil seiscientos ml. epa. dios mató a onán porque una vez derramó su simiente sobre la tierra. cuántos óvulos se pueden fecundar con ochenta y siete mil seiscientos mililitro de esperma? a trece millones y medio de espermatozoides por mililitro, un montón, estoy hasta las bolas.
para continuar con las ofensas a dios: vivo de matar corderos. trabajo en una clínica que hace tratamientos de rejuvenecimiento dérmico con células fetales de cordero. yo les saco los fetos a las hembras a los cuarenta y seis días de preñez, porque es el momento en que estadísticamente está más alto el contenido de las sustancias activas durante el tratamiento. mi trabajo consiste en atar con unos correajes especiales a la madre, drenar el líquido amniótico de la bolsa, sacar el cordero y trozarlo, metiendo luego feto y líquido en una licuadora grande, de la que sale la materia prima de los productos. al principio me impresionaban los movimientos (como si estuvieran afectados por descargas eléctricas de bajo voltaje) de los corderos fuera de su madre, perturbados en sus últimos días de cálido sueño uterino. ahora ya no me afecta en nada. para trozar uso una cuchilla ancha y pesada. no sé cómo se llama, pero es muy típico de algunos capítulos de tom y jerry. en cada capítulo de la época de oro en que aparece tom (algunas veces vestido de cocinero)con un cuchillo en la mano alzada persiguiendo a jerry, es un cuchillo como el que uso para matar y trozar corderos. no es un trabajo pródigo en emociones. antes de ayer, sin embargo, me pasó algo un poco raro: los fetos tienen los ojos cerrados, pegados por una especie de membrana. no pueden abrirse. había costado muchísimo sacarlo, terminé de apoyarlo sobre la tabla de trabajo, le estaba inmovilizando el cuello para asegurar la sección al primer corte, y el cordero abrió los ojos. me miraba. rápidamente le corté la cabeza, pero los ojos me seguían mirando, congelados en la expresión. agarré la cabeza con unas pinzas de mango muy largo para tirarla a la licuadora, tenía miedo de que me fuera a morder. en los años que llevo trabajando de esto nunca me acerqué a la ventana, pero esta vez lo hice para tomar un poco de aire. apoyado en la persiana, miré a través de los ventiletes de los postigos. reparé en unos carteles con los que una afjp empapeló la ciudad. no me acuerdo de los colores, ni del diseño. únicamente el slogan, casi una amenaza: “porque el mañana...llegará.”
2- obsesión con lìa salgado
la vida es horrible: apenas paso de los treinta años y ya me salen pelos en las orejas. pasan otras cosas, además. por ejemplo, me excito sexualmente con lía salgado. me encanta. está ligeramente entrada en carnes (definitivamente mi tipo), tiene muy lindas patas y sobre todo esa cara de morocha mala. tranquilamente lo reconozco: me mato a pajas pensando en lìa salgado. puede ser la cantidad astronómica de marihuana que estoy fumando últimamente.
3- incidente y justicia en la rotiserìa “irupè”
la mugre y la decoración deprimente (paredes celeste eléctrico, con sombras de palmeras en negro mate, cubiertas por capas geológicas alternadas de aceite y mugre) le dan un aire macabro a la rotisería.¿qué me llevó a entrar en este lugar y comprar algo? una oferta escrita con letra vacilante sobre una cartulina amarillenta: “2 sanwich milanesa de pollo $ 3,50 con fritas”. imposible resistir. pagué la oferta con tres días de agonía: diarrea y vómitos (convulsiones terribles, trazas de sangre en la orina), fiebre y alucinaciones. y eso que los sándwiches eran tan feos que no llegué a comerme uno entero. ahora estoy frente al rotisero. lo amenacé con hacerle juicio, a menos que me abastezca con tres sandwiches por semana. bien hechos, no la porquería que casi termina con mi vida. estoy esperando su respuesta. con gesto torvo, se lleva un dedo a la nariz. el dedo se introduce en la fosa nasal como un enorme gusano carnívoro en busca de una presa particularmente escurridiza. escarba lenta y pacientemente hasta que la uña (dejada crecer ad hoc) engancha una puntita reseca. la asegura mediante una serie de movimientos cortos, y comienza a tirar lentamente extrayendo un enorme moco que hace pendular un par de veces, antes de revolearlo hábilmente y de un chicotazo pegarlo en la pared. cuidadosamente separa la uña de la punta reseca. terminada la operación, se limpia el dedo con una hoja de papel que tira al piso. mientras eso sucede, yo me quedo hipnotizado por el televisor que está arriba de la heladera. están dando “hablemos con lía”. dos mujeres no muy viejas pero casi completamente desdentadas están peleándose, y lía trata de separarlas. tiene puesto un top que le deja las tetas medio afuera, y en el lío se le baja todavía más. se me para la pija de una manera terrible, y empiezo a sudar. el rotisero me tiene que chistar dos veces para recuperar mi atención. me dice: está bien, tres sàndwiches por semana. como veo que cede sin negociar, me envalentono. y una coca, le digo. acepta. el primer sándwich lo tengo que venir a buscar hoy a la noche, alrededor de las nueve. de regreso a casa entro en un supermercado y compro una lata de duraznos en almíbar para poner en el congelador, de postre. me encantan los duraznos en almíbar, me puedo comer una en menos de siete minutos. estoy contento. tuve suerte. o como diría un ex terapeuta: “fue un momento de confianza en vos mismo que te hizo resolver a tu favor una situación concreta”.
4- conociendo gente
odio todas las ceremonias ridículas, los caprichos del destino a los que está sometido el pobre tipo que tiene que comprar porro. yo no sé. la tele y la radio dicen que es muy fácil comprar droga en este país, que es alarmante lo al alcance de la mano que está el flagelo para nuestros niños y adolescentes. puede ser porque yo no soy niño ni adolescente, o porque soy el único tipo que no conoce a las personas adecuadas (cosa muy probable), pero lo cierto es que conseguir humildes cincuenta pesos de faso mensuales me ha llevado muchas veces a situaciones que un honesto ciudadano adulto no tendría por qué soportar. que con la inundación no quedó nada, que la sequía mató todo, que gendarmería está haciendo buena letra en la frontera, que la están guardando para subirla, que es verano y está toda en cualquier lado menos acá y una larguísima serie de motivos para que la ecuación sea siempre vos querés = no hay. ahora estoy en un departamento del centro recibiendo la típica respuesta: capaz que la semana que viene. ariel (dueño del departamento y uno de los dieciséis dealers que conozco que nunca tienen nada para ahora) está hospedando a unos tipos. uno de ellos tiene más de cuarenta años, es gordo y usa una gorra roja que dice john deere. no tiene pelos en la oreja. el otro es más joven, pero de aspecto más siniestro. es un coreano callado y de mirada esquiva. vienen de san juan, pero no tienen tonada. duermen en el piso, tienen barba de dos días, la ropa sucia, miran a cada rato por la ventana. me invitan a fumar (para vender no tienen). cuando vamos por el tercer faso, se ponen a hablar de matar policías. cuentan anécdotas con énfasis, detalle y gozo, sobre todo el de la gorra roja. les encanta el tema. yo me pongo mal. me levanto de repente, arreglo con ariel para la semana que viene y salgo disparado del departamento. vomito en el colectivo, de vuelta a casa.
5- deporte
mal sueño. pesadillas toda la noche. en una de ellas, el rotisero masacra policías, riendo a carcajadas, tipo richard widmark después de empujar escaleras abajo a una vieja en silla de ruedas (¿era una vieja? en realidad no ví la película. no sé de donde conozco la escena). me despierto pasadas las dos de la tarde. almuerzo tereré con pan con manteca. después me baño y me voy a ver jugar futbol a las canchas de atrás de la avenida circunvalación. los jugadores se gritan entre ellos, se insultan, indicando jugadas con gestos que copian de los partidos que se transmiten por tv. juegan muy lentamente, como si el aire fuera muy denso y diese mucho trabajo atravesarlo.
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