y después los arqueólogos excavando encontraron congelado ese momento de la vida de la gente, pudieron reconstruir la escena que se vivía en cada casa segundos antes de que la muerte (y la eternidad, digo poniéndome en filósofo de octava) llegara a ellos. yo a veces y con diversos disparadores me entretengo pensando en qué pensarían de mí los arqueólogos del futuro si algo así, alguna catástrofe súbita conservara intactas para la posteridad mi cuerpo, ropa y contenido de mi mochila y/o bolsillos. seguro, más vale, no me van a dar el premio nobel por eso. pero me distraigo.
por ejemplo, si hoy viernes a las catorce treinta, en general paz entre colón y nueve de julio yo y mis pertenencias fuéramos momificados en ofrenda para su estudio por civilizaciones posteriores, aquellos a los que les tocara revisarme encontrarían:
-a mí, que no es poco. detalle estremecedor: los calzoncillos todos rotos (estos días llovió)
-en mis bolsillos: cuatro tazos metálicos de bob esponja (uno ganador) de esos que vienen en los conitos 3d, un billete de veinte pesos, tres monedas de uno y una de veinticinco. la tarjeta del cajero. llaves de casa. un diskette. papel de armar marca “el ombú”, encendedor de cincuenta centavos y una tuca. pelusas, boletos arrugados de colectivo y migas, a cagarse.
-en mi mochila: una bolsita con ropa sucia de mi último viaje a buenos aires (hace tres semanas, o más). discman y compacts (jethro tull, steely dan, una caja de larralde que me prestaron hoy, un compilado de prefab sprout, otro compilado de mp3 de los discos de black sabbath con ozzy y dio que me choreé de la radio). una bolsa del super con tres cajas de sopa light quick, dos de vegetales y una de zapallo. un tarrito de rollo de fotos con porro. un carnet vencido de la fuerza aérea donde consta mi calidad de hijo de miembro de la institución (la foto es de cuando yo tenía veinte años, muy graciosa). una intimación de pago de la luz, con el sello del banco. en el fondo, un limo compuesto por basura variada: diminutas cáscaras de mandarina, papeles con teléfonos que en mi vida pienso marcar, más boletos de colectivo, capuchones de pretéritas biromes y unas cosas que no sé qué son.
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